20 de abril de 2010
Tiempo Pascual ¿Cómo vivirlo?
La Pascua, son los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta la fiesta de Pentecostés.
Esta fiesta es la más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús nuestra fe adquiere absoluto sentido.
¡Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del cielo!
¡Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del cielo!
Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo Pascual, en el que recordamos los momentos en los que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.
La fiesta de la Pascua es tan importante, que un solo día no nos alcanza para festejarla. Por eso la Iglesia ha fijado una octava de Pascua (ocho días) para contemplar la Resurrección y un Tiempo Pascual (cincuenta días) para seguir festejando la Resurrección del Señor.
¿Es importante celebrar el Tiempo Pascual?
Vivir, más que celebrar el Tiempo Pascual, es a lo que cada uno como cristianos estamos llamados a alcanzar. Contemplar el misterio de la Resurrección de Jesús, es lo más importante de nuestra fe.
San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)
Además, es significativo conocer que no sólo conmemoramos la Resurrección del Señor, como un simple hecho histórico, sino que estamos celebrando también nuestra propia liberación, la derrota del pecado y de la muerte, para dar paso a una nueva vida en Cristo.
CARTA DE UNA COMUNIDAD A SU SACERDOTE
Sacerdote:
Eres elegido por Dios (Mc. 3, 13; Jn. 15, 16) para representarlo ante los hombres (Heb. 5, 1). Él nos alimenta a través de ti (Mc. 6, 37), nos santifica a través de ti, nos guía por ti, nos corrige y nos anima, nos sana (Lc. 10, 9), nos perdona (Jn. 20, 23) y nos ama por medio de tu ministerio…
Eres el puente entre Dios y su nosotros. Llevas el tesoro de su gracia en vasija de barro (2 Cor. 4, 7): ¡Qué grande y que bueno es el Señor! ¡Qué grande es su fidelidad! ¡Qué grande es el misterio del Sacerdocio!: Cristo se sirve no sólo de tus virtudes, sino también de tus defectos…
Sólo te pido que seas fiel (1 Cor. 4, 2), que ames intensamente a Cristo y a la Iglesia (Cf. Ef. 5, 25-26), que obedezcas siempre al Espíritu Santo (Cf. Hch. 5, 29-32; 1 Pe. 1, 2), que seas un modelo para mí (1 Pe. 5, 2-3) y que lleves tu cruz con alegría. Yo te voy a ayudar con mi oración y con mis cuidados, con mi comprensión y obediencia (Cf. Heb. 13, 17).
Te pido perdón por las veces en que te he criticado y desobedecido, por las veces en que no he querido caminar en la fe contigo… por las veces en las que he hecho tu carga más pesada.
Alabo al Señor por ti; bendigo al Señor por tu vocación; agradezco a Dios por tu respuesta; bendigo a Yahweh por tu sacerdocio.
Gracias hermano (Cf. Heb. 2, 11-12.17)…
Eres elegido por Dios (Mc. 3, 13; Jn. 15, 16) para representarlo ante los hombres (Heb. 5, 1). Él nos alimenta a través de ti (Mc. 6, 37), nos santifica a través de ti, nos guía por ti, nos corrige y nos anima, nos sana (Lc. 10, 9), nos perdona (Jn. 20, 23) y nos ama por medio de tu ministerio…
Eres el puente entre Dios y su nosotros. Llevas el tesoro de su gracia en vasija de barro (2 Cor. 4, 7): ¡Qué grande y que bueno es el Señor! ¡Qué grande es su fidelidad! ¡Qué grande es el misterio del Sacerdocio!: Cristo se sirve no sólo de tus virtudes, sino también de tus defectos…
Sólo te pido que seas fiel (1 Cor. 4, 2), que ames intensamente a Cristo y a la Iglesia (Cf. Ef. 5, 25-26), que obedezcas siempre al Espíritu Santo (Cf. Hch. 5, 29-32; 1 Pe. 1, 2), que seas un modelo para mí (1 Pe. 5, 2-3) y que lleves tu cruz con alegría. Yo te voy a ayudar con mi oración y con mis cuidados, con mi comprensión y obediencia (Cf. Heb. 13, 17).
Te pido perdón por las veces en que te he criticado y desobedecido, por las veces en que no he querido caminar en la fe contigo… por las veces en las que he hecho tu carga más pesada.
Alabo al Señor por ti; bendigo al Señor por tu vocación; agradezco a Dios por tu respuesta; bendigo a Yahweh por tu sacerdocio.
Gracias hermano (Cf. Heb. 2, 11-12.17)…
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